Sara Facio: "El fotógrafo debe tener visión, intuir lo que va a pasar"

Es un choque. Leo, fotógrafo, menos de 30, vestido con bermudas, collar tribal, remera, zapatillas. Ella, Sara Facio, 76, una institución de la fotografía, pantalón impecable, blusa, modales finos, le llama la atención. Lo hace con cariño, pero lo hace. "Aunque se peleen conmigo, los reporteros gráficos tienen que volver a vestirse bien. Cada cosa en su lugar, yo también fui reportera gráfica. A mí no me vas a decir que él va a una fiesta así¿". Leo se defiende: "De acá me mandan a la Casa de Gobierno, para ese lugar a lo mejor no estoy adecuado, pero después tengo que ir a la Villa 31. De última, es un detalle menor". "Es una cuestión de respeto -insiste ella-. Decile a tu jefe que si estás diez horas en un piquete, después no podés ir a un funeral".

Plantarse. Ella lo hizo. Políticamente incorrecta, Facio se jacta de una reivindicación: "Una de mis mayores luchas fue que figure el nombre de los fotógrafos en las notas. Dejé de trabajar en medios por eso. Si vos hacés algo bueno, te gusta que pongan tu nombre". Con estas posturas y la inobjetable calidad de sus obras, Facio fue forjando a través de las décadas un espacio trascendente en la vida cultural. A partir del jueves, neófitos y conocedores tendrán la oportunidad de mensurar por sí mismos su trabajo. Ese día, en Imago Espacio de arte, abre Sara Facio antológica, una muestra en la que se pasa revista a 176 trabajos de la artista entre 1960 y 2005. Se trata del balance de una trayectoria que empezó cuando la jovencita nacida en San Isidro decidió despegarse de sus primeros sueños de ser pintora para dedicarse a la fotografía. "En un viaje a Alemania en el 55 y luego con mi maestra Annemarie Heinrich, me di cuenta de que se podía hacer una cosa creativa con la fotografía. Preferí estar en la calle, ver, contactarme con la vida, a pasar todo el día encerrada en mi estudio".


-Después se relacionó mucho con los que retrataba...

-Lo que más me gustaba era el elemento humano. Primero, desconocidos y anónimos. Después empecé a interesarme por la gente que admiraba. Era una gran lectora y empecé a hacerles fotos a los escritores. Me decían "cómo vas a hacer a escritores plomos, con una biblioteca atrás". Pero no. Había mucho más que eso.

-Hizo "la" foto de Cortázar: cigarrillo en la boca, mirando al frente.

-Quedó. Cortázar hacía muchos años que faltaba de la Argentina. De pronto encontró en París una persona joven, que hablaba con tono porteño. Hubo una comunicación inmediata. Otra amistad fuerte fue con Pablo Neruda. A la semana de parar en un hotelucho que estaba a una cuadra de su casa, me invitó a hospedarme con él y su familia.

Si algo desveló a Sara Facio fue que la fotografía tenga el reconocimiento que se le negaba. Lo logró con la creación del Patrimonio fotográfico del Museo Nacional de Bellas Artes, en 1995. "Es un espacio dedicado a la fotografía creativa en el que entra, por supuesto, la buena fotografía periodística".

-¿Qué la hace buena?

-En general, una imagen periodística tiene que transmitir un hecho y no necesita epígrafe. Si te la tienen que explicar, pierde. El fotógrafo periodista debe tener visión, intuir lo que va a pasar. Si saca a alguno que está apuntando con un rifle, después de que tiró la bala no sirve. A mí lo que me gusta es la foto instantánea total.

-A usted se la elogia mucho. ¿A qué lo atribuye?

-Soy una persona introvertida, una chica de su casa (sonríe pícara). Si lo que hago gusta, me pongo contenta pero no me la creo. Como curadora valoro el trabajo de la gente más allá de gobiernos o amiguismos.

-¿Cómo ve la política cultural?

-No me gusta la política, me in teresa que haya gente preparada para dirigir. Cuando empezó la democracia fue bueno abrir todo, que todo fuera gratis. Ahora, me parece un poco populista. Que en Casa de Gobierno haya un recital todas las semanas me resulta demasiado, sobre todo si son siempre los mismos.

La charla se interrumpe. La llaman y consultan. Hay que empezar a colgar las fotos en la galería. Entre las imágenes de la muestra, se destaca una: Los muchachos peronistas, tomada a cuatro jóvenes el día del funeral de Perón. "Va a estar, pero habrá una serie nueva que cubre desde la vuelta a la muerte de Perón. Entonces trabajaba para France Press y Gamma, son fotos que me quedaron. La otras las mandé a Europa y nunca más las vi".

Su trabajo como editora es lo que la ocupa hoy. Hace dos años Facio dejó la fotografía por una caída que le produjo heridas en las manos. "Lo tomé como un aviso de que parara, así que le saco fotos a mi gatita. Ahora decime que no es linda y te pego".

-¿No extraña?

-No, sigo inmersa en la fotografía con la editorial. Para trabajar debería estudiar, hoy tendría que hacer fotografía digital.

-¿Qué opina de lo digital?

-Copó todo, incluso la parte filosófica. Se decía que la fotografía era la verdad. Ahora puedo sacarte una foto a vos y al lado poner a Bill Clinton. Con el photoshop nunca más vas a ver las caras reales de las personas, ni los cuerpos, ni los paisajes.

-¿Y no tiene ganas de aprender?

-Tengo 76 años, ¿qué querés, que sea como los políticos que siguen en el poder a toda costa?

La charla termina. Empieza la sesión de fotos. Sara, coqueta, dice que tiene la cara cansada. Leo la anima. Al final, él se saca una foto junto a ella mirando a un espejo. En el abismo que los separa, se ve una cámara de fotos.

FUENTE: http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2008/02/12/01605971.html